La Inmaculada Concepción es una de las advocaciones marianas con mayor arraigo en España y ostenta el título de Patrona de España, aunque muchas personas lo desconocen o lo confunden con la Virgen del Pilar, que es la Patrona de la Hispanidad.
El origen de este patronazgo se remonta a un episodio histórico tan dramático como decisivo: el Milagro de Empel, ocurrido en diciembre de 1585 durante la Guerra de los Ochenta Años.
El Milagro de Empel: el origen de la devoción
En diciembre de 1585 tuvo lugar la conocida como Batalla de Empel, un episodio clave en el que se enfrentaron los Tercios españoles y la flota de los Países Bajos. Un contingente de unos 5.000 soldados españoles se dirigió a la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal.
Ante esta maniobra, las fuerzas neerlandesas abrieron las esclusas de los ríos y destruyeron los diques, provocando una enorme inundación con el objetivo de ahogar a los soldados españoles. Los Tercios quedaron completamente aislados en el dique de Empel, sin alimentos, sin caballos y sin apenas esperanza de supervivencia.
La vigilia del 7 de diciembre: fe en medio de la desesperación
El 7 de diciembre, víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción, la situación era ya crítica. Sin provisiones y rodeados por el enemigo, los soldados se confesaron, comulgaron y se prepararon espiritualmente para lo que parecía una muerte segura.
En ese contexto de angustia, un soldado que excavaba una trinchera encontró enterrada una tabla con la imagen de la Inmaculada Concepción. La imagen fue llevada en procesión hasta una iglesia cercana, colocada frente a las banderas de las compañías y venerada con el canto repetido de la Salve.
Mientras tanto, desde la ciudad de Bolduque se intentó organizar ayuda para los soldados, pero los holandeses lo impidieron. Como último recurso, la población organizó procesiones y llevó el Santísimo Sacramento hasta la orilla para que los españoles pudieran verlo a la distancia.

El 8 de diciembre: el milagro que cambió la historia
Durante la madrugada del 8 de diciembre, el tiempo cambió de forma repentina. Las aguas que rodeaban a los Tercios se heló completamente. Aprovechando este fenómeno inesperado, los soldados españoles avanzaron sobre el hielo, rompieron el cerco enemigo y atacaron por sorpresa a la flota holandesa, logrando una victoria total contra todo pronóstico.
Este hecho fue interpretado como una intervención milagrosa de la Inmaculada Concepción, consolidando su devoción entre los Tercios españoles y extendiéndose también por los Países Bajos.
La Inmaculada, patrona de la Infantería y de España
Tras lo ocurrido en Empel, comenzaron a fundarse cofradías y hermandades militares consagradas a la Inmaculada Concepción en distintos cuarteles y regimientos. Con el tiempo, fue reconocida como Patrona de la Infantería Española, un título que aún mantiene.
Finalmente, en el año 1760, las Cortes de Castilla, junto al rey Carlos III, solicitaron oficialmente al Papa Clemente XIII que el patronazgo de la Inmaculada Concepción se extendiera a toda España, consolidando definitivamente su papel como Patrona del país.
Una devoción profundamente ligada a la historia de España
Desde entonces, cada 8 de diciembre, España celebra la festividad de la Inmaculada Concepción no solo como una solemnidad religiosa, sino también como un símbolo de identidad histórica, militar y cultural. El Milagro de Empel sigue siendo uno de los episodios más impresionantes donde fe, historia y destino se entrelazan.