¿Sabías que Sevilla fue la única puerta de entrada y salida hacia América durante los siglos XVI y XVII?
Sí, durante más de dos siglos, todo lo que cruzaba el Atlántico oro, plata, especias, personas, tenía que pasar por aquí.
Y no era casualidad. Fue gracias al Guadalquivir, el gran río que convirtió a Sevilla en el puerto más importante.
El Guadalquivir:
Este río no es solo paisaje. Fue la gran vía comercial. Al ser navegable, el Guadalquivir permitió que barcos cargados de riquezas llegaran directamente a Sevilla.
En este río se gestaban aventuras. Desde sus orillas partieron expediciones legendarias, como la que logró la primera vuelta al mundo en el siglo XVI.
Sevilla, el gran puerto del Nuevo Mundo
En los siglos XVI y XVII, Sevilla era una ciudad vibrante y estratégica. Comerciantes de toda Europa venían hasta aquí para hacer negocios, obtener permisos de embarque o simplemente observar el espectáculo de la riqueza americana llegando en las embarcaciones.
Desde la orilla, la Torre del Oro lo vigilaba todo: era una fortaleza y una aduana. Justo frente a ella, el Puente de Barcas unía las dos orillas del Guadalquivir y conectaba el puerto con el arrabal, Triana.
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